TEORÍAS Y MODELOS
INTRODUCCIÓN
El trabajo que se presenta a continuación recoge las
conclusiones finales de un proyecto de investigación más amplio titulado: “ De
los mass media a los medios telemáticos: Teorías y modelos”, que se desarrolló
durante año y medio, con financiamiento del Consejo de Desarrollo Científico y
Humanístico(CONDES), de La Universidad del Zulia y donde participaron la autora
de este artículo como investigadora responsable, los profesores Merlyn Lossada,
como co-investigador principal , Johann Pirela, como investigador secundario y
el Br. Ricardo López, como estudiante colaborador.
La naturaleza de la investigación fue eminente teórica y en ella se abordó un
análisis sobre los modelos y teorías de la comunicación correspondientes a las
diversas escuelas, que incluye tanto a las clásicas como a las nuevas
propuestas teóricas de la década de los noventa.
El objetivo del trabajo consistió en dar inicio a una línea de investigación
sobre los problemas teórico-metodológicos de las Ciencias de la Comunicación y
su enseñanza que permita concretar una producción bibilográfica autóctona tanto
para el pregrado como para el post-grado en el campo de la comunicación. Además
de crear una estructura teórica que ayude no sólo a explicar sino a comprender
y facilite el análisis de los procesos de la comunicación e información
mediante los medios telemáticos, así como que permita explicar las nociones o
conceptos que recogen las actuales experiencias de comunicación.
Para cumplir con tales cometidos, en una primera parte se realiza una revisión
crítica de las teorías norteamericanas, europeas y latinoamericanas que
explicaron los procesos de comunicación a través de los medios tradicionales
(prensa, radio, televisión y cine), desde la década de los años veinte hasta
mediados de los años ochenta. En una segunda parte, se abordan los nuevos
enfoques que explican las transformaciones ocurridas en el campo de la
comunicación por la incidencia de las tecnologías de la información y la
comunicación, el fenómeno de la globalización y los cambios sociales y
políticos, y la transdisciplinaridad como estrategia metodológica para abordar
los cambios. Todo ello enmarcado desde nuestro contexto latinoamericano y
haciendo especial énfasis en los aportes realizados por la corriente de
estudios de esta región sobre las Ciencias de la Comunicación.
La premisa teórica sobre la cual se emprendió la investigación considera que
las crisis de las teorías dominantes en el campo de la comunicación social se
hace evidente al observar como sus modelos, conceptos y nociones no están
adaptadas para abordar los cambios ocurridos en los últimos quince años en las
comunicaciones en general, ya que ellos son aptos para explicar y comprender
separadamente la comunicación cara a cara (directa) o la difusión masiva
(indirecta), pero no los modos diversos e híbridos de comunicación e
información posibles a través de los medios telemáticos interactivos.
Para emprender esa tarea se siguieron las teorías de los autores canadienses
M.Cartier (1992), sobre la “Comunicación Multiescalonada” y J. Cloutier (1992),
sobre la relación EMEREC o comunicación dialógica interactiva, que explican las
formas de comunicación posibles mediante las computadoras y medios interactivos
y las nuevas formas de relación entre el emisor y el receptor. Asimismo, se
recurre al concepto de P. Mayer (1997) que define a las formas de interacción
entre usuarios de las tecnologías de la comunicación y la información como
“comunicación mediada por computadoras” (CMC) y quien considera que las mismas
han modificado las formas de comunicación directa (cara a cara) así como las
formas de difusión masiva (a través de los medios de comunicación tradicionales).
1.- METODOLOGÍA.
En virtud de que la investigación fue de carácter
básico y eminentemente teórica, no se utilizó ninguna metodología cuantitativa.
Se partió de una investigación bibliográfica y documental, que hizo una
revisión histórica y analítica sobre los clásicos de la comunicación, donde se
abordó el contexto en el cual surgieron esas teorías y sus aportes para el
desarrollo de las denominadas “Ciencias de la Comunicación” en su época, pero
también a la luz de las nuevas perspectivas y desarrollados en este campo,
Para abordar los nuevos enfoques se recogió informes, conferencias dictadas por
expertos, memorias y documentos, muchos de ellos orales, transcritos
posteriormente, de eventos y congresos científicos sobre el tema, donde el
investigador responsable tuvo la oportunidad de asistir como ponente para
confrontar sus teorías con otros investigadores latinoamericanos que trabajan
en áreas afines.
Finalmente, se concluye con un análisis cualitativo, donde se integraron las
propuestas teóricas incluidas en las conclusiones finales del trabajo (Meter
resultados de Ricardo y metodología usada).
2.- LAS TEORÍAS CLÁSICAS DE LA COMUNICACIÓN: APORTES Y
LIMITACIONES.
2.1.- La Escuela Norteamericana, conformada por los
llamados padres de la comunicación, porque fue la primera escuela que abordó el
fenómeno como una disciplina científica y que se inició en 1929 con los
estudios pioneros del psicólogo y experto en ciencias políticas, Harold
Laswell, manifestó un crecimiento sostenido desde esa fecha hasta los años
sesenta.
Sin embargo, ese crecimiento significó un desarrollo progresivo del
conocimiento empírico, comercial y administrativo sobre la comunicación y sus
efectos, pero nunca una ruptura del paradigma clásico que instauró Laswell
sobre: Emisor-Mensaje-medio o canal-receptor y efectos.
Los estudios realizados por los seguidores de esta escuela como: los de los
efectos directos de los medios sobre el receptor, realizados por el mismo
Laswell, en 1927 y 1930; los de los efectos limitados por la intervención de
factores psicológicos individuales, realizados en los años de 1940, por
Hovland, Lewin, Lazarfeld y Berelson; los de la intervención de factores
grupales y sociales, realizados en 1994 por Lazarfeld y Berelson, Lazarfeld y
Katz, R. Merton; los relativos a los usos y gratificaciones de los medios,
realizados en los años 60, por Klapper y Katz , De Fleur; las investigaciones
sobre la teoría de la fijación de la agenda pública por parte de los medios de
comunicación, realizadas desde 1947 por Cohen, Comb y Shaw y por Iyengen y los
relativos a la teoría de la “espiral del silencio”, efectuados por la
norteamericana Elizabeth Neüman, contribuyeron con la maduración de la
corriente teórica de la “Mass Communication Research”, nombre con el que se
conoce a esta escuela, pero no produjeron una transgresión de las fronteras de
la matriz epistemológica neopositivista que fue la que la sustentó a lo largo
de más de cuatro décadas.
El único cambio de perspectiva introducido en esta corriente tuvo lugar en los
años sesenta con los estudios sobre los usos y las gratificaciones de los
medios, al haber modificado la pregunta de qué es lo que hacen los usuarios con
los medios? Y no lo que los medios hacen con los usuarios, revirtiendo así la
propuesta conductista de Laswell sobre el papel poderoso y unilateral de los
medios para influir sobre las personas, no obstante este nueva interrogante no
cuestionó el esquema o paradigma de Laswell y continuó apegado a una visión
funcionalista, instrumental y pragmática del proceso de la comunicación.
Los seguidores de los planteamientos de los pioneros como W. Schramm, D. Berlo,
en los años cincuenta, que ayudaron a completar los modelos o paradigmas de la
comunicación humana o colectiva y a destacar la intervención de elementos psicológicos
y persuasivos en el proceso, tampoco revirtieron la matriz teórica de esta
escuela.
Las propuestas de autores posteriores como Mc Luhan, D. Bell , E.Schils y Mac
Donald, entre otros, continuaron limitando sus análisis sobre los medios
masivos y no replantearon el problema de la comunicación por fuera de ellos,
sino que por el contrario como es el caso de Mc Luhan coincidieron con Laswell
sobre el papel poderoso de los medios en la sociedad.
2.2.- La Escuela crítica Europea, incluye tres
corrientes de estudio, a saber:
2.2.1.La Escuela de Francfort, por el origen de la
mayoría de sus pensadores más importantes, entre
los que destacan T. Adorno,
Horheimar, H. Marcuse, W. Benjamín, se constituyó en la primera corriente
teórica que se enfrentó a los planteamientos funcionalistas de los
norteamericanos sobre la industria cultural, la sociedad de masa y los medios
masivos. A partir de un enfoque desde el psicoanálisis, el marxismo y la
sociología crítica estos teóricos inician una crítica radical a la cultura de
masas, donde comienzan a ver una instancia para la reproducción de la
sociedades capitalistas avanzadas y para el ejercicio del poder y la
manipulación ideológica, rompiendo con los estudios de la “Mass Communication
Research” y fundando una teoría opuesta, la Teoría social crítica, desde la
cual interpretaron los problemas de la mercantilización de la cultura y el arte
en su fase de reproducción técnica, industrial y comercial.
Las revisiones actualizadas de los planteamientos de esta escuela, permiten
observar las siguientes tendencias: predominio de una visión aristocrática de
la cultura, al pensar sus manifestaciones como algo ajeno a las experiencias
devenidas de la articulación de la cultura de masas con la cultura popular, que
hoy ayudan a enriquecer el pensamiento sobre la “hibridación cultural” como un
proceso de negociación que tiene lugar en el encuentro de los sectores
populares con la cultura de los medios masivos contemporáneos; presencia
marcada de una visión pesimista sobre las sociedades de masas y sus posibles
salidas para un cambio cultural y político. Sin embargo, no se puede dejar de
reconocer que Benjamin introdujo una renovación al hablar de las posibilidades
que la técnica abría para que el arte pudiese reproducirse y llegar a las
masas, motivo por el cual en la década de los ochenta sus planteamientos son
retomados para abordar la relación del arte/cultura popular.
A pesar de que esta corriente tiene grandes diferencias con la norteamericana,
tanto es su matriz teórica (marxismo Vs funcionalismo), como ideológica, sus
fundadores no fueron más allá del análisis de los medios de comunicación,
aunque desde una postura crítica.
No fue sino hasta los años setenta que un autor, seguidor de los pioneros de
esta escuela, Jurgen Habermas, da un vuelco a la reflexión teórica y replantea
el problema de la comunicación, no desde la perspectiva de la técnica o los
medios tecnológicos sino desde una teoría del lenguaje que de sentido
epistemológico a la teoría social crítica de los fundadores. Es así como, este
autor, elabora su Teoría de la Acción Comunicativa, según la cual los hablantes
están dotados de competencia lingüística para comunicarse con sus semejantes,
en un clima de consenso democrático, independientemente de los soportes técnicos
que utilice para lograrlo, con lo cual desplaza el interés hacia la dimensión
humana de la comunicación y con su concepto de “giro lingüístico” introduce
como elemento fundamental el problema del sujeto y no del medio.
2.2.2. El estructuralismo Francés, el cual desde los
años setenta con sus análisis sobre los discursos y los textos introduce en los
estudios de comunicación los aportes de la antropología cultural de Levy
Strauss, de la lingüística de Ferdinand Saussure y de Román Jackobson,
desplazando el interés que tenían las dos escuelas anteriores del medio hacia
los mensajes y sus contenidos.
Sin embargo ese desplazamiento del interés sobre un objeto de estudio
diferente, mantuvo una visión muy cerrada sobre la estructura del texto como un
todo independiente del contexto que le da sentido y al igual que la perspectiva
de la escuela de Francfort mantuvo una posición crítica, fundamentalmente de
denuncia y maniquea sobre la manipulación ideológica que escondía todo texto o
discurso.
De ese modo, los estudios estructuralistas que prosperaron en la década del
setenta otorgaban mucho poder al emisor y a los medios técnicos de
comunicación, por lo que seguían moviéndose dentro del paradigma de lo masivo,
sin considerar las posibilidades de reacción y de participación del receptor,
como el otro polo activo del modelo de comunicación.
La aparición de los trabajos de Roland Barthes , quien introduce los aportes de
la semiología, como la ciencia que aborda el estudio de los signos no sólo
desde la grámatica y la lingüística, sino desde el seno de la vida social, es
decir, el contexto, ayudó a la renovación de esta corriente sobre todo al
abordar temas como la moda, la publicidad, el cine y los medios audiovisuales,
donde los enfoques no se centraban tanto en el texto lingúístico sino en su
articulación con la imagen, pero continuaron poniendo el énfasis sobre los
medios como instrumentos de manipulación ideológica.
Son la pragmática y la semiótica, las disciplinas que en los últimos años han
enriquecido los estudios sobre el discurso y los textos, sobre todo con sus
consideraciones sobre el contexto social e histórico que rodea la situación de
los hablantes y sobre los procesos de enunciación y actos de habla
los cuales otorgan poder a los destinatarios. Estos nuevos estudios dan
prioridad no a la lengua, sino al lenguaje hablado, por unos sujetos
psicológica y socialmente ubicados en un contexto, introduciendo así otras
interrogantes en los análisis de los mensajes y contenidos.
2.2.3. La Escuela Inglesa de los Estudios Culturales o
la Escuela de Birmingham como también se la conoce, significó un importante
avance en los estudios críticos europeos sobre todo porque desbordó el estudio
de lo meramente textual o discursivo para abordar problemas concretos de la
cultura contemporánea, la cultura popular así como los procesos de recepción y
apropiación de la cultura masiva.
Al recurrir a metodologías etnográficas para estudiar la incidencia del consumo
cultural en la vida cotidiana de las personas, especialmente en lo relativo a
la audiencia de la televisión, introdujo enfoques novedosos en los modos de
abordar el papel del receptor frente a la cultura masiva, al concebir la
participación activa de éste en los procesos de negociación que el receptor
establece no sólo con el emisor sino con el texto y con los mensajes de los
medios. Con esta concepción, esta escuela aborda la producción social de
sentido como una cuestión no sólo de significación sino fundamentalmente de
poder.
Los pioneros de esta corriente inglesa, Raymond Williams (1961, 1980, 1982),
Richart Hoggart (1972) y E.P. Thompson (1972), ayudaron a consolidar el enfoque
crítico al introducir renovaciones en los enfoques del marxismo clásico y
proponer en el debate el concepto de la lucha cultural como parte de la lucha
política para el cambio social, al reivindicar la cultura popular y obrera
frente a la de elite y al introducir el concepto de “agencia” social en los
fenómenos culturales. De manera que en los años sesenta se fundó la Escuela
para ocuparse de estudiar el proceso social, continuo y contradictorio de la
producción, la circulación y el consumo cultural.
La renovación que los estudios culturales introducen se basó fundamentalmente
en que invirtieron el paradigma de los estudios marxistas, al interesarse no
por el poder de las clases dominantes sino por los procesos de resistencia de
las clases subalternas, por su capacidad de negociación e incluso extrapolan
esa relación a los procesos de recepción de los medios masivos, donde autores
como Jensen (1987) introduce el concepto de “comunidad interpretativa” para
explicar cómo inciden factores contextuales diversos en los procesos de
recepción; autores como Fiske (1993) contradice las proposiciones de los
pioneros al indicar que la recepción se realiza no sólo desde una clase social
sino desde la perspectiva de un género (sexo ) o de una raza, y autores como
James Lull (1980, 1988, 1992)
aporta su concepto de “reglas” o conjunto de conductas sociales modeladas por
la familia y la escuela, como elementos que intervienen en los procesos de
recepción y consumo cultural.
Sin embargo, la escuela inglesa al otorgar demasiada autonomía al receptor, al
abogar por una democracia cultural y al reivindicar la cultura popular, llega a
concebir que el sujeto es totalmente libre al encontrarse con el texto como si
no estuviese influenciado por un contexto social y económico que a veces limita
esa autonomía o libertad. Tampoco aborda con un enfoque más integral, las
relaciones contradictorias que se pueden dar entre el discurso dominante y las
clases subalternas, de oposición y de complicidad, lo cual ayudaría a entender
el cruce que se da entre lo hegemónico y lo popular en la cultura masiva.
En suma, los estudios culturales de esta corriente sí se desmarcan de la
rigidez de la Escuela de Francfort, pero manteniendo la posición crítica de
ésta, y al utilizar metodologías empíricas pueden abordar problemas más
concretos de la vida cotidiana de los receptores, con lo cual se acerca con
enfoques más reales a los asuntos de la recepción crítica.
2.3. Los estudios críticos latinoamericanos sobre la
comunicación iniciaron una corriente teórica en comunicación propia en la
región, manteniendo también enfoques críticos frente a las escuelas
norteamericanas y bastante cercanas, a los planteamientos de los teóricos
europeos.
La renovación de la visión latinoamericana se centró en el desplazamiento de la
mirada de los procesos de la comunicación desde los medios masivos hacia la
comunicación humana y en su insistencia en abordar problemas de la comunicación
ocurridos por fuera de los medios clásicos, como la comunicación alternativa, o
temas de fundamentación filosófica o teórica, de democratización de las
comunicaciones, o sobre los procesos de apropiaciones críticas de los
receptores o las mediaciones simbólicas.
2.3.1. La Comunicación Alternativa como objeto de
estudio en América Latina se inicia en 1970, con las investigaciones de Armand
Mattelart sobre las experiencias de comunicación popular, que tienen lugar en
Chile durante el gobierno de Salvador Allende y que buscaban romper con el
esquema rígido de comunicación vertical que otorgaba funciones prefijadas al
emisor y al receptor.
La propuesta de Mattelart sobre un nuevo modelo de comunicación buscaba
fomentar una comunicación más democrática y participativa, donde el receptor
tuviese igualdad de condiciones y oportunidades para producir y emitir
mensajes, cuestión que este autor definió con la expresión de “devolver la
palabra al pueblo”. A partir de allí, se esquematizó un modelo alternativo de
comunicación o modelo generativo que al enfrentarse a los paradigmas de los
clásicos norteamericanos inauguró un cambio de perspectiva porque rescataba la
dimensión humana de la comunicación antes que la técnica o instrumental y
planteaba interrogantes entorno a las relaciones dialógicas del proceso dejando
de prestar interés en los medios.
El modelo alternativo tuvo como base una concepción de la comunicación aportada
por los autores latinoamericanos Paulo Freire (1973) y Antonio Pasquali (1972 y
1979), Por un lado, el brasileño P. Freire con sus análisis sobre educación y
dependencia abrió el camino para entender que la comunicación dialógica es la
base de la liberación del educando y por ende de la liberación cultural e
ideológica; por el otro, el venezolano, A. Pasquali con sus planteamientos
filosóficos sobre la comunicación ayudó a delimitar este fenómeno como
“compartir” o “poner en común”, con lo cual lo deslindó completamente de los
procesos unilaterales a través de los medios masivos, denominado a éstos como
de información o de difusión y reservando la comunicación a las experiencias
humanas de compartir y con saber. Este autor fundó en la región una perspectiva
teórica radicalmente opuesta a la idea de que a través de los medios pueda ser posible
establecer auténtica comunicación, asunto que ninguna escuela anterior había
puesto en duda, y ayudó a consolidar una concepción de la comunicación
diferente sobre la cual se sustentó la comunicación alternativa, según la cual
lo importante es la interacción social y el intercambio simbólico entre los
polos emisor/receptor en igualdad de condiciones.
2.3.2. La vinculación del modelo alternativo de
comunicación con la Escuela de Francfort, en su segunda época, se produce a
través del teórico alemán Jürgen Habermas, quien en los años setenta realiza
una revisión de la teoría de la comunicación al introducir su concepto de
“competencia comunicativa”, según la cual los hablantes tienen no sólo la
capacidad de entender sino de producir lenguajes, porque humanamente están
dotados de capacidades expresivas para ello. Y comienza a ubicar los problemas
de la comunicación desde una Teoría del Lenguaje y no de los medios
tecnológicos, concluyendo en los años ochenta con su Teoría de la Acción
Comunicativa, según la cual el lenguaje es el elemento que define a la
comunicación humana.
Habermas aporta además su concepto de “giro lingüístico” para hacer énfasis en
la capacidad de diálogo de los individuos para su liberación social e
individual, coincidiendo con las propuestas latinoamericanas sobre la
comunicación alternativa.
En su teoría de la acción comunicativa, este autor reflexiona sobre el papel de
los discursos y de los argumentos para el logro de un consenso que conduzca a
la acción social como producto de una reacción coordinada por la discusión
democrática y pública de los asuntos sociales. Este autor ayuda a reflexionar
sobre el hecho de que la comunicación va más allá de los medios masivos y
elabora una teoría social crítica que engloba a la comunicación pública e
institucional (opinión pública) y a la comunicación interpersonal, humana y
subjetiva, con lo cual abre las puertas para la consolidación de un paradigma
que vaya más allá de lo masivo.
Las disciplinas de las que se vale para avanzar en su propuesta son la
filosofía del lenguaje, la lingüística generativa, la pragmática y la
hermenéutica contemporánea, y su enfoque a diferencia de los predecesores de
este escuela, es una reflexión fundamentalmente teórica-epistemológica más que
una práctica política. Por ello, se considera que Habermas refresca al
pensamiento francfurtiano, porque centra su teoría de la acción comunicativa en
el mundo de lo vivido, con lo cual ayuda a comprender mejor las prácticas
significativas que tienen lugar en lo cotidiano y en las experiencias
dialógicas de la comunicación popular, que son preocupaciones centrales en el
pensamiento crítico latinoamericano.
2.3.3. Los estudios sobre la dependencia cultural, la
democratización de las comunicaciones y el nuevo orden internacional de la
comunicación, se realizaron en América Latina, durante los años setenta y
ochenta, generando importantes aportes sobre la relación de la información, la
comunicaciones y la dependencia económica.
Estas investigaciones tomaron como referencia algunas teorías de la economía
política sobre el desarrollo, la integración mundial, el intercambio desigual y
la dependencia, aportadas sobre todo por autores de la región que en la época
fueron representantes de lo que se denominó “Teoría de la dependencia” ( T. Do
Santos, Cardoso y Faletto, A. Quijano) y que sentaron las bases para un
pensamiento crítico latinoamericano en el campo de las ciencias económicas y
sociales.
Autores del campo de la comunicación, como Antonio Pasquali, Luis Ramiro
Beltrán, Juan Somavía, Roque Faraone, Eleazar Díaz Rangel, Fernando Reyes
Matta, entre otros, extrapolan algunos planteamientos de las teorías económicas
para analizar cómo en el campo de la comunicación y la cultura también se
expresan relaciones de desequilibrio sobre todo en lo informativo que
desfavorecen al Tercer Mundo. Estos teóricos hacen énfasis en que las
desigualdades comunicacionales abren las puertas a procesos de dependencia
cultural en los países pobres y se constituyen en una traba para un desarrollo
autónomo y sostenido, se inicia así una corriente de investigación sobre la
“economía política de las comunicaciones”, que relaciona la dependencia
económica, la informativa y la cultural.
El norteamericano Herbert Schiller (1970), con su obra “Comunicación de Masas e
imperialismo Yanqui”, avanza en esta corriente al relacionar las industrias de
la comunicación con el estamento militar y al vincular el concepto de
“imperialismo”, propuesto por los teóricos de la dependencia económica, con la
cultura para así explicar cómo el capitalismo avanzado utiliza las “industrias
de las conciencias” (medios masivos) para el control político e ideológico en
sus zonas de influencia o países periféricos para imponer el modo de vida
norteamericano. La influencia del pensamiento de este autor en los estudios
latinoamericanos fue fundamental y ayudó a profundizar los enfoques sobre la
economía política de las comunicaciones en su vinculación con las teorías
económicas marxistas y críticas.
También algunos investigadores europeos se sumaron a la preocupación
latinoamericana sobre la dependencia cultural. Así autores como Nordenstreng y
Varis, C. Hamelink y P. Flichy realizaron trabajos sobre los flujos
internacionales de los programas de televisión, el papel de los medios masivos
en la reproducción del capital transnacional, ratificando lo planteado por
Schiller sobre el proceso de imperialismo cultural.
Con estos aportes, en América Latina se aumentó el interés por el análisis de
la dependencia en las relaciones Norte/Sur, lo cual sirvió de antesala para el
movimiento del Nuevo Orden Informativo Internacional (NOMIC) propuesto en los
años ochenta, en los organismos internacionales por los países del Tercer
Mundo. El NOMIC , basándose en la Teoría de la Dependencia, planteó la
necesidad de una ruptura con el modelo de desarrollo económico y con el modelo
informativo y comunicacional, impuesto por los países desarrollados, por
considerarlo injusto y desigual. Dicho interés dio inicio a los estudios sobre
los procesos de “transnacionalización de las comunicaciones”, adelantados por
el Instituto de Estudios Transnacionales (ILET), con sede en México y Chile,
donde se analizó el papel de las agencias internacionales de noticias en el
refuerzo de la dependencia informativa y cultural y se comenzó a discutir el
problema de la democratización de las comunicaciones como condición fundamental
para el logro de la democracia política y económica en las naciones en
desarrollo; principio sobre el cual se afincó el Informe Mac Bride, aparecido
en 1987 y auspiciado por la UNESCO, donde también participaron expertos de la
región para proponer la necesidad de utilizar los medios y las comunicaciones
para el desarrollo social, económico y cultural de los pueblos.
A pesar de que el NOMIC a finales de los ochenta decayó como movimiento de
vanguardia, por causas políticas (presiones de los países desarrollados,
dictaduras militares en el cono sur), económicas (deuda externa, crisis
financiera) y profesionales ( no se involucró a la sociedad civil, solo a los
políticos y expertos, se planteó sólo en el ámbito de los medios y no en otras
experiencias de comunicación por fuera de ellos, no se formó críticamente a los
usuarios o receptores), entre otras; en la década de los noventa los mismos
padres del NOMIC realizaron un balance y reconocieron que con la globalización
y la aparición de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC),
los viejos problemas de este movimiento vuelven a aparecer en el panorama
mundial de las comunicaciones con mayor contundencia, tales como la falta de
pluralidad informativa de los medios globalizados, la no democratización de las
comunicaciones internacionales y los desequilibrios informativos y
comunicacionales entre países ricos y pobres
La entrada en la Era de la Información, según expresión de Manuel Castells
(2000), está haciendo entender a otros países no punteros en el desarrollo de
las TIC, como Europa y Canadá, que las preocupaciones de los países del Tercer
Mundo manifestadas en los ochenta a través del NOMIC, adquieren hoy más que
nunca vigencia y obliga a la investigación sobre las tecnologías, las
comunicaciones, el audiovisual y los flujos informativos a volver la mirada
sobre los problemas de la democracia, los desequilibrios y las diferencias
culturales y sociales entre zonas del mundo, regiones e individuos, para
replantear el asunto sobre el derecho a la información y la comunicación, como
un tema a considerar como de sumo interés en la agenda de investigación del
siglo en el que recién entramos.
2.3.4. Los estudios sobre las mediaciones simbólicas y
las teorías sobre las apropiaciones críticas, realizados en Latinoamérica a
finales de los ochenta y durante la década de los noventa, ayudaron a reenfocar
las análisis de recepción realizados por la escuela norteamericana en los años
cuarenta con sus investigaciones sobre los usos y gratificaciones, porque
hicieron hincapié en el uso social de los medios y no sólo en los procesos
individuales de gratificación psicológica del receptor.
Los aportes de Jesús Martín- Barbero, a través de su “ teoría de las
mediaciones” (1987) fueron pioneros en el pensamiento latinoamericano. Este
autor inaugura una mirada distinta sobre la forma de concebir al receptor en su
encuentro con los mensajes masivos y sobre el proceso que tiene lugar cuando
ese encuentro se produce, en el cual el receptor es un sujeto activo que se
“apropia” de la cultura masiva y con sus códigos culturales resemantiza los
mensajes desde su contexto cultural y social, proceso que no solo se produce en
el momento de la percepción del mensaje sino que abarca la etapa de la
producción, de la circulación y de la recepción, las cuales están atravesadas
por mediaciones diversas.
Los planteamientos de Martín Barbero iniciaron una corriente crítica de
investigación en América Latina que se enfrenta a la visión lineal y
mecanicista de la comunicación y sobre todo del papel del receptor. Se plantea
una perspectiva conceptual que rescata el concepto de sujeto activo en la
comunicación y su capacidad de producción de sentido, y que revaloriza el
proceso de recepción como acto complejo, dinámico, creativo y contradictorio,
donde tienen lugar conflictos, reapropiaciones y negociaciones entre el emisor
y el receptor.
El movimiento crítico que se originó a partir de este autor llevó a los
estudios de recepción latinoamericanos a establecer distancias fundamentales
con los enfoques funcionalistas de la escuela norteamericana, con los enfoques
semióticos e incluso con los de la escuela de Francfort. En esa separación,
acercan en sus análisis al sujeto con su mundo de vida, con su contexto real y
con su vida cotidiana, abordando los problemas de la cultura popular en su
relación con la cultura masiva.
En 1990, el mexicano Néstor García Canclini profundiza la propuesta con su
teoría sobre los procesos de” hibridación cultural”, donde rompe con las
visiones dualista utilizadas para explicar la relación de las clases
subalternas con la cultura masiva para ayudar a comprender los procesos de
seducción que los medios y sus mensajes ejercen sobre los receptores.
El concepto de “negociación” asomado por Habermas, ayuda a entender cómo se
produce un encuentro entre lo popular y lo masivo implicado por convergencias y
divergencias entre el receptor y el mensaje, y cuáles son las posibilidades
reales de los usuarios para subvertir la cultura masiva, lo cual lleva a García
Canclini a proponer, desde la antropología, el concepto de “culturas híbridas”
estrechamente vinculado al concepto del sociólogo francés P. Bordieu de consumo
cultural como espacio de producción de sentido a travesado por relaciones de
poder.
A partir de Canclini , los estudios de recepción crítica, aunque nacieron
apoyados en los aportes de los estudios culturales europeos van más allá, al
vincular la comunicación con la cultura para abordar los problemas de la
significación desde nuestro contexto social y político. También se produce un
distanciamiento con las concepciones clásicas que predominaron desde Europa y
Estados Unidos sobre la recepción entendida como una actividad totalmente
autónoma ejercida por el receptor en su encuentro con el texto.
La particularidad de la visión latinoamericana en cuanto a los procesos de
significación debe bastante a la noción de “mestizaje” destacada por
Martín-Barbero y, especialmente, por García Canclini en sus análisis, quienes
insisten en la relación híbrida que tiene lugar cuando las culturas populares
de nuestra región en su encuentro con la cultura masiva desarrollan relaciones
de resistencia pero también en sumisión frente a ella; así como a los conceptos
antropológicos de “frentes culturales” y “campos culturales”, entendidos como
los espacios desde los cuales las clases subalternas construyen su vida
cotidiana mediante procesos simbólicos a travesados por múltiples mediaciones.
Concretamente, Martín-Barbero reenfoca la óptica de la corriente de la
recepción crítica, al reelaborar el concepto de mediación simbólica más no
mediática, a partir del mundo de lo vivido, es decir del espacio real y
cotidiano desde el cual las clases populares reinterpretan los mensajes
masivos, y al hacerlo ayuda a que la teoría de las apropiaciones críticas, como
más se le conoce en América Latina, se vuelva más concreta y acorde para buscar
repuestas al fuerte impacto de la cultura masiva en nuestras poblaciones.
Los estudios empíricos posteriores de Orozco, Fuenzalida y Hermosilla, Cornejo
y el mismo Martín Barbero ayudaron a visualizar mejor como las mediaciones
determinadas por el género o sexo, la edad, la etnia o raza, el origen social,
la geografía y la residencia, intervienen en la resemantización que realiza un
receptor concreto e histórico. Al haber acudido en esos trabajos a disciplinas
como la etnografía, la antropología, la historia, la sociología política, la
sociología urbana; la investigación de la comunicación latinoamericana dio un
paso importante en la búsqueda por un acercamiento multidisciplinario realmente
original que contribuyó a llenar el vacío teórico que tenían los estudios de
recepción iniciales, aunque todavía tiene que enfrentar el desafío de pasar de
la teoría de las mediaciones a una teoría de la producción social de sentido en
nuestras sociedades contemporáneas que permita comprender cuáles son los
mecanismos a través de los cuales éste es institucionalizado.
3. LAS NUEVAS PROPUESTA TEORICAS, LAS REVISIONES
CONCEPTUALES Y LOS DESAFIOS TEORICO-METODOLOGICOS.
3.1. Las revisiones conceptuales necesaria frente al
proceso de globalización se han dejado sentir como una necesidad a partir de
mediados de los años ochenta, desde el campo de lo social y de la cultura.
Aunque la globalización es un concepto de vieja data (siglo XVI) y ha
significado el conjunto de estrategias de las sociedades europeas por extender
sus imperios a otras regiones, en la década de los noventa es cuando comienza a
adquirir las características de integración globalizada que interesan destacar
en este artículo, y que hacen relación a un reordenamiento de las relaciones
económicas en un mercado interconectado por encima de las fronteras nacionales
y a la fusión entre las grandes multinacionales de los sectores puntas de la
economía mundial amparadas en un neoliberalismo a ultranza que amenaza a la
autonomía de cada estado nación.
En los términos anteriores, la globalización ha sido entendida fundamentalmente
en su dimensión económica-financiera, sin embargo la etapa expansiva de la
globalización responde a un reordenamiento no sólo de las relaciones
económicas, sino sobre todo de las políticas, sociales y culturales y a este
nivel obliga a replantear el concepto para pensarlo como un proceso múltiple,
de integración/fragmentación que involucra no sólo a las naciones sino a sus
gentes, su cultura, sus ideas y sus formas de organización política. Por ello,
la globalización no es homogénea y no progresa armónicamente sino de forma
desigual sobre todo en lo que atañe a su dimensión política y especialmente en
lo cultural, donde abre un espacio descentrado, multicultural que plantea
grandes desafíos a las teorías que conciben a la globalización como un espacio
homogéneo susceptible de ser abordado por una teoría que no considera la
pluralidad, la diversidad y la diferencia como características estructurales de
la misma.
Las nuevas dimensiones políticas y culturales agregadas a los procesos de
integración económica, insisten en el recrudecimiento de los desajuste y
exclusiones, en la interdependencia en una sociedad de riesgo mundial que a
pesar de estar siendo pensada como de “pensamiento único” por los agoreros del
neoliberalismo, evidencia con mayor fuerza los problemas de la cultura, de la
participación de la sociedad civil en los asuntos políticos y sociales de
interés público y grupal.
El reconocimiento de la acción de estas otras dimensiones vuelven más complejo
el concepto de globalización, que en su encuentro con el espacio cultural
plantea conflictos y tensiones entre la denominada cultura planetaria y las
culturas nacionales y locales (Ortiz, 1994), lo cual ha llevado a autores como
Moneta (2000) y Mattelart (1997) a proponer alternativas conceptuales tales
como “globalidad”, el primero, y “mundialización”, el segundo. Para Moneta, la
globalidad es más amplia que la globalización y no solo alude a las relaciones
económicas sino a la totalidad de las relaciones sociales que en una sociedad
mundial adquieren características de pluralidad y diferencia más que de
integración. Mientras que Mattelart plantea la mundialización para hacer
énfasis en lo cultural, en las heterogeneidades que surgen en el cruce de las
culturas locales con la global y para redimensionar el papel de la sociedad
civil en la configuración de un espacio-mundo atravesado por relaciones
sociales múltiples que conforman una ciudadanía mundial.
En el plano cultural, los grandes riesgos de una uniformidad en los procesos de
información y de comunicación mediante las nuevas tecnologías, están volviendo
estratégico el concepto de “identidad cultural”, entendido como el lugar donde
tiene lugar el mestizaje, la heterogeneidad y la diversidad de culturas.
Por todo ello, la reformulación de lo que se entiende por “globalización” y la
llamada de atención sobre los problemas culturales que ella conlleva y sobre el
tema de la identidad cultural, deberán partir de entender a esta última más que
como una integración como una convergencia donde tengan cabida tanto lo que
homologa como lo que separa a las culturas y grupos sociales.
En la época de la información y de las nuevas tecnologías, lo cultural pasa a
jugar un papel fundamental y en su vinculación con las comunicaciones
multimedias y audiovisuales nos habla de una vuelta hacia las subjetividades,
que en este cambio de época posmoderno nos coloca en un espacio globalizado
poco tranquilo, lleno de contradicciones, de asimetrías y fuertemente penetrado
por las relaciones culturales y sociales y no meramente económicas o comerciales.
3.2. Los enfoques conceptuales sobre la Sociedad de la
Información y la caracterización de los cambios introducidos por las
tecnologías en los procesos de comunicación y en los medios masivos.
A mediados de los años ochenta y durante toda la
década de los noventa, en el panorama de la investigación de la comunicación
comienza a aparecer un interés por estudiar todo lo relativo a las TIC y sus
impactos en diversos órdenes de la vida social. El estudio de lo relativo a la
sociedad de la información y sus consecuencias sobre la comunicación ha
despertado la aparición de distintas teorías: unas apologéticas, otras
apocalípticas.
3.2.1. En el marco de este trabajo, como producto de
la revisión de estas diversas posturas se ha llegado a proponer la necesidad de
entrar a reformular los conceptos utilizados para caracterizar a este tipo se
sociedad. Cuando en los ochenta se aludía a la sociedad de la información se hacía
referencia básicamente a una sociedad fundamentada en el uso de la informática
y del texto escrito procesado electrónicamente, que permitía la conexión entre
máquinas para hacer posible al usuario tener acceso a la información contenida
en bases de datos, la cual era portadora de una idea que había sido procesada
por otros para un usuario final.
En los años noventa, gracias a la aparición de las redes interconectadas y los
recursos hipermedias, se ha producido un cambio fundamental que potencia las
relaciones o intercambios humanos más que la mera búsqueda de información;
mediante Internet las personas entran en experiencias y vínculos de
comunicación bastante parecidos a los contactos personales cara a cara pero
mediados por computadoras interactivas. Esta nueva posibilidad obliga a hablar
de sociedad de la comunicación como una nueva caracterización de un tipo de
sociedad que se vale de las TIC y sus recursos telemáticos para vincular a las
personas independientemente de su ubicación espacial, geográfica o temporal.
La evolución de las potencialidades de las aplicaciones de las TIC por parte de
los humanos, está añadiendo nuevos rasgos que llevan a muchos teóricos a hablar
de que en el siglo XXI se irá conformando una sociedad del conocimiento,
denominada como del ingenio humano, del aprendizaje donde las personas en su
interacción con las máquinas y con otras personas a través de éstas podrán
producir conocimiento a partir de la disponibilidad de informaciones que
permitirán al individuo contextualizarlas y aplicarlas para resolver problemas
de su entorno. Concebidas así las TIC ayudarán a los usuarios a desarrollar
procesos de aprendizaje y a potenciar su intelecto, sobre todo las computadoras
inteligentes de quinta generación, que interactuarán con el humano en una
relación bastante cercana a la que se produce entre dos personas.
La tendencia futura parece ser pues a que evolucionemos de la sociedad de la
información a la sociedad de la comunicación y del conocimiento, donde las
relaciones simbólicas tendrán prioridad. Ello parece ser lo que ha despertado
la atención de los estudios de la comunicación en los últimos cinco años hacia
el problema de la constitución de un nuevo tipo de sociedad virtual, la
Cibersociedad (Piscitelli, 1995), posible a través de las redes virtuales y
donde muchas personas pueden establecer vínculos de cooperación, solidaridad y
comunicación mediante flujos horizontales y con mayor autonomía que la que
permiten las formas clásicas de comunicación por los viejos medios. También
dichos estudios hacen enfásis
en los aspectos culturales y sociales que originarán esas relaciones virtuales
y en cómo se podría aparicer una cibercultura global, inrteconectada y
soportada en la World Wide Web (WWW), que le permita al usario experiencias y
enlaces múltiples y que irá progresando hacia conexiones en forma de teleraña
soportadas más que por texto escrito por imagénes multimedias y el
audiovisuales, hasta lograr la confluencia total entre las computadoras y la
televisión. Cuando eso sea posible, indudablemente que aparecerán otros
problemas y fenómenos a estudiar sobre la televisión y sobre las TIC.
3.2.2. La necesidad de revisar las conceptos y
tipologías sobre las TIC, en los años ochenta se pensaba que estas tecnologías
era nuevas porque se insistía sobre todo en su significado económico y
tecnológico, es decir en su aspecto novedoso. Autores como Saffar (1989) y
Roncagliolo (1997) cuestionaron esta noción por considerar que dichas
tecnologías no eran del todo nuevas porque muchas de ellas como el cable y el
vídeo tenían dos décadas y más de haber salido al mercado. El cambio que se produce
es debido a su popularización y gran difusión, a su bajo costo y a la
convergencia tecnológica que facilitó la oferta de servicios integrados cuando
antes se ofrecían separadamente (teléfonos y datos, teléfonos y TV).
A principios de los noventa, se comienza a denominarlas Tecnología de la
Información y la Comunicación y se insiste más en las consecuencias de su uso y
aplicación y en sus potencialidades para resolver problemas y tomar decisiones
(Pineda, 1996), pero no se toca las ventajas que ofrecen para favorecer
relaciones de comunicación a distancia.
En 1995, Nicolás Negroponte las califica como medios digitales o tecnologías
basadas en bits numéricos o soportes inmateriales y abstractos y no en átomos o
soportes físicos, poniendo el acento en los aspectos técnicos favorecidos por
las redes de banda ancha. Posteriormente, Armanzañas, las típifica como medios
electrónicos para destacar no sólo su forma de presentación en bits sino su
forma de producción electrónica y su forma de distribución on line, para lo
cual se requiere de las telecomunicaciones.
Pero, sus características interactivas son destacadas por autores como Meyer,
quien en 1995,las denomina Comunicaciones Mediadas por computador (CMC), y
resalta su capacidad para permitir la interactividad y por ende la actuación
del usuario, destacando más que lo técnico sus posibilidades para las
relaciones de comunicación a distancia y resaltando cómo eso puede modificar la
naturaleza de los modos de comunicación entre los humanos, haciendo posible la
bilateralidad y el intercambio de roles entre el emisor y el receptor, mediante
diálogos en formas síncronas en tiempo real o en tiempo diferido. Meyer
tipifica varias formas de interactividad a través de las computadoras: la
informativa (búsqueda de información suplementaria), consultiva (acceso a
bancos de datos), comunicacional (contactos con otros ) y transacional
(operaciones de compra-venta a través de los sites), pero abre el camino para
el estudio de los nuevos modos de interacción mediante máquinas informáticas.
En 1996, el canadiense J. Cloutier habla de un sistema audio escrito visual que integra materiales escritos,
sonoros e icónicos en uno sólo y que Armañanzas define como hipermedias o
multimedia que permite una nueva forma de configurar y enlazar las ideas no
secuencialmente, como el texto escrito, sino por enlaces y links o hipertextos.
Esta categorización se concibe como más cercana al pensamiento humano que es
más holístico y globalizador; con este concepto se introduce un cambio de perspectiva
sobre le estudio de estas tecnologías que comienzan a ser vistas con una
naturaleza diferente a la del texto escrito y el pensamiento lógico formal.
Posteriormente, el argentino Piscitelli (1996) introduce la noción de
cibermedios, para referirse a unos medios virtuales que a través de Internet
permiten relaciones interactivas entre los humanos. En este concepto se destaca
más la dimensión sociológica del acto de comunicar que en el de hipermedia y se
aoma las posibilidades que tienen las personas de pertenecer a comunidades
virtuales, no reales, a distancia, y de poder llegar en un futuro muy cercano a
comunicaciones totalmente virtuales, gracias a la inteligencia artificial,
entre máquinas y humanos, al hacer posible relaciones híbridas entre el cerebro
humano y el computador.
Todas estas tipologías demuestran que las TIC reúnen varios rasgos, que las
diferencian de los medios masivos, son telemáticas, digitales, electrónicas,
interactivas, hipermedias y cibermedios. Además ratifican que no existen definiciones
acabadas, ni excluyentes para caracterizarlas, sino que más bien se superponen.
Esta investigación propone una visión integral de las TIC según la cual, el uso
de una noción u otra dependería del criterio desde el cual se trabaje el
concepto (tecnológico. social o relacional) y del elemento que se desee
destacar.
3.2.3.
El abordaje de los cambios en los procesos de información y de comunicación, se
ha convertido en una necesidad a partir de la conversión de la red Internet en
un soporte que favorece los contactos humanos a distancia, las transacciones
comerciales y las conexiones entre y con máquinas interactivas.
Y aunque a la red no se le ha reconocido todavía como un nuevo medio de
comunicación, sí ha ayudado a revelar las limitaciones de los viejos medios (no
interactividad, poca capacidad para dar cabida a informaciones más completas y
variadas).
Según J. Cloutier, las comunicaciones a través de las computadoras y las redes
son diferentes a los contactos cara a cara y a los contactos mediante los
medios masivos. Por una parte, para interacturar y establecer diálogos con
otros no hace falta la proximidad física, ni estar en el mismo tiempo real y
aunque muchas veces, se pierde la privacidad, la inmediatez y la espontaneidad
del contacto cara a cara, se gana en simultáneidad de contactos múltiples y en
libertad de acción del sujeto libre de censuras y con garantías de anonimato.
Por la otra, no hace falta recurrir a los medios de masas para informarse o
para recibir mensajes en grandes cantidades y mantenerse actualizado, o para
entretenerse o divertirse.
Las TIC pueden hacer converger ambos modos de comunicación y están modificando
sus esquemas de comunicación ya que a través de las computadoras conectadas se
puede establecer relaciones interpersonales bilaterales (entre dos personas),
entre una persona y un medio interactivo (CD-ROM) o muldimensionales y
escalonadas (muchas personas a la vez, en las videoconferencias o chats). Por
lo que están cada vez más desdibujando los límites que separaban los vínculos
personales de los de la comunicación masiva y están abriendo el panorama comunicacional
hacia un espacio no sólo virtual y electrónico sino descentrado, multipolar y
escalonado donde tiene lugar la conformación de redes sociales con altos lazos
de solidaridad y pertenencia, definidas por Lull (1997), como relaciones
sociales mediadas por computador (RSMC).
Esa realidad para constuir lazos culturales y desarrollar identidades está
despertando una interrogante a los estudiosos de la comunicación, ¿podría
considerarse a internet como un nuevo medio de comunicación social?. Al
respecto, el investigador argentino Eliseo Verón (1997) señala que no solo hay
que tomar en cuenta los aspectos técnicos sino su impacto sociológico, sus usos
sociales en un contexto histórico, su incidencia en los procesos sociales, por
lo que todavía es muy pronto para denominar a internet como un nuevo medio de
comunicación social.
La propuesta que esta investigación hace a esta polémica se centra en el hecho
de insistir en que en la actualidad es más provechoso emprender las revisiones
conceptuales y de categorías utilizadas en los estudios de comunicación y en
los modelos clásicos.
Aunque muchos teóricos hablan de la necesidad de emprender una revisión
teórico-metodológica de los basamentos de las ciencias de la comunicación y
otros se preguntan sí se debe recurrir a la epistemología o no, porque la ven
como propia del pensamiento racionalista, o si se puede hablar de una teoría
general de la comunicación, este trabajo considera que es preferible hablar de
estudios de comunicación y reconoce que si bien la investigación de la
comunicación ha realizado revisiones de viejos conceptos y de algunos modelos
teóricos, no se han formulados nuevas propuestas realmente diferentes.
En virtud de que nos encontramos en un momento de búsqueda, de
reconceptualizaciónes, apenas nos referiremos a una pequeña parte de las
revisionespor emprender en los estudios de comunicación:
En primer lugar, el concepto de información para abarcar no sólo a la de tipo
noticioso sino a aquella contenida en los bancos de datos, portadora de saber,
conocimiento especializado, científico, tecnológico (información -saber), que a
través de las TIC ofrecen al usuario nuevos modos de accesso a mútiples
informaciones, con las cuales puede interacturar, una información-comunicación
más holística y globalizadora que no se agota en su mero consumo sino que sirve
para tomar decisiones, para producir conocimento a partir de una información
contextualizada.
En segundo lugar, el concepto de comunicación humana, que con las TIC no queda
limitada a sólo los contactos cara a cara y a la comunicación oral, las
computadoras permiten hablar con otros a distancia mediante mensajes escritos u
orales, y aunque no ofrecen las posibilidades de espontaneidad, control de las
reacciones de la comunicación directa abren otras posibilidades de interaccción
entre los humanos en una aproximación del texto escrito con las conversaciones
orales, instaurando incluso signos gráficos para expresar estados de ánimos
(emoticones), dando lugar a la aparación de un nuevo lenguaje alternativo, no
convencional que cada vez gana más adeptos sobre todo entre los jóvenes y
personas solitarias con pocos contactos interpersonales, quienes establecen
relaciones frecuentes a través de internet con otros y forman comunidades con
fuertes lazos emocionales.
Debido a que las CMC permiten procesos de comunicación híbridos y han hecho que
las comunicaciones personales ocupen los espacios que antes eran exclusivos de
las comunicaciones masivas, resulta vital analizar el fonómeno de comunicación
mediante las computadoras con una visión de totalidad. Al respecto, el
canadiense J.Cartier (1992) plantea el concepto de "comunicación
multiescalonada", que abarcaría a la difusión masiva (de uno a muchos); a
los contactos interpersonales por la red (one to one), como los talk y los
e-amil; a los intercambios múltiples entre personas (many to many), como los
chats, las listas de discusión, las videoconferencias, y a las experiencias
entre un emisor centralizado y muchos receptores (one to may electronic), como
las consultas a bases de datos, las teleconferencias, las revistas
electrónicas, el acceso a páginas web.
Ese conjunto de experiencias reflejan una multiplicidad de procesos que
desbordan la posibilidad de un paradigma de la comunicación único y abren el
panorama a experiencias de interacción de hombre a hombre, de
hombre/máquina/hombre, de hombre/máquina y de máquina a máquina. Este conjunto
de alternativas también altera las relaciones clásicas entre el emisor y
receptor, basado en un contrato bipolar y separado entre ambos, para dar paso a
un nuevo paradigma de la comunicación dialógica e interactiva, que según el
autor J. Cloutier sería el proceso EMEREC, mediante el cual pueden darse
intercambios recíprocos entre ambos polos pero donde participan muchas personas
distantes físicamente.
En tercer lugar, el concepto de receptor ahora remite al de usuario, entendido
como un sujeto creativo, activo, con más libertad de decisión, con capacidades
para el diálogo y con capacidad de producir sentido en diversas opciones: como
comunicador interpersonal, como integrante de comunidades virtuales, como
navegante de la red.
En términos de lo señalado por Mayer (1997), el usuario adquiere poderes y
funciones múltiples en las comunicaciones a través de las computadoras,
involucrándose en diversos flujos de comunicación (elocutivos,
conversacionales, consultivos, de registro) y en diversas formas de
comunicación humana (dialógicas, mono lógicas, teleológicas). Esa nueva
realidad ubica el problema del sujeto como el lugar central dentro de una
teoría de la comunicación contemporánea, que comprenda las derivaciones
subjetivas y éticas de los modos de interacción con las máquinas y no sólo las
de carácter técnico y que obligan a pensar en la necesidad de recurrir a un
paradigma hermenéutico cultural (Desiato, 1998).
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